martes, junio 21, 2011

Breve extracto de diario fingido

 

9 de agosto 2011 – Abundante cerveza. Imaginarle los últimos días a Kant, o a Chéjov o a Pessoa está muy bien, es una buena forma de urdir una ficción a partir de grandes intelectos, pero ¿y por qué no imaginarle los últimos días por ejemplo a Raúl Velasco? Esto permitiría poner en juego las potencias de un autor para ser completamente fútil y, si se lo permite, idiota.

10 de agosto 2011 – Un extracto implica ya un resumen breve, pero ¿cuán breve debe de ser? ¿Cómo se mide y con arreglo a qué? Si por párrafos o por número de palabras ¿qué pasa si escribo un párrafo más del establecido, ó 3 palabras más? Deja de llamarse extracto para convertirse ¿en qué? O es un extracto con permisos, o extracto con sobrantes, o un extracto impostor. Si se hace un extracto de la vida de Raúl Velasco quedaría corto de germen para llamarse extracto y sería el casi-extracto-de-la-casi-vida-de-un-casi-hombre. Más cerveza.

11 de agosto 2011 – Cerveza derramada en el escritorio. Por qué a los músicos no les da por imaginar obras inexistentes de  los grandes compositores. Por qué no sonorizar los últimos días de Agustín Lara en un bolero hipotético donde el flaco hubiera dejado el último sedimento de inspiración que le quedaba en su deteriorado ser. O ya montados, imaginarle las palabras que acudirían a la mente de García Lorca antes de ser fusilado. Demasiado riesgo, pero hay demasiada vanidad como para correrlo. Probemos ahora con cerveza oscura.

12 de agosto 2011 – Tequila within cerveza. Cuando alguien se pone a escribir, tiene en su cabeza la admitida o inconfesa presunción de que alguien lo va a leer para después, admirarlo, porque tiene la impresión de que sus ideas no son del todo burdas, y que hasta se le ha adelantado al negro Dolina en sus ingeniosidades. Es todo un vil exhibicionismo pues, toda escritura es la gabardina negra que porta quien escribe para cubrir su desnudez que quiere descubrirle al primero que se le cruce en el camino, porque piensa que está muy bien dotado. Pero se sabe que la mejor estratagema contra el exhibicionista, es la burla franca, o la invitación al café de la esquina para charlar sobre su generosa anatomía.

13 de agosto 2011 – Solos el tequila y yo. Pero entonces toda escritura es no solo un acto de exhibición sino una trama de mentiras. Y sí, solo mentiras son, incluidas las autobiografías, hasta aquellas más crudas, como la de Rousseau. Y es que la verdad ya a nadie le interesa, así como en los 60’s gustaban de escribir en las paredes los jovenzuelos del momento que “Dios ha muerto”, también la verdad ha decaído junto con Dios; y los que escribían la contra “Nietzsche también”, tenían mucha razón, Dios y Nietzsche  son la misma cosa bien mirado, y ambos, me caen re bien.

14 de agosto 2011 – Moneda de 10 pesos y aguardiente. Si un político en campaña ofreciera un discurso en donde dijera la verdad y nada más que la verdad, lo abuchearían, le lanzarían restos de torta de tamal y los miembros de su partido lo expulsarían entre mentadas de madre y fintas de cachetazos. Si un chico se plantara ante la chica de la que gusta, y le comunicara con minucia todo lo que es, incluidas sus excrecencias, sus malos olores, sus cavernosos sonidos corporales, sus manías, sus debilidades y sus obsesiones, seguro que antes de terminar la lista la chica ya estaría dentro de su casa buscando por Facebook a quien sepa fingir mejor. La mentira gobierna, mentira rules, por doquier ejerce su soberanía, en cada rincón y dentro de uno mismo, tan eficazmente, que la gente gusta de decir que ama la verdad ante todo, cuando eso no es más que otra ramplona mentira debidamente automatizada.

martes, junio 14, 2011

Pretextos tiene la muerte

 

1. Se dice que los humanos llevamos unos 4 millones de años sobre el planeta. La Tierra, según otras especulaciones, llevaría unos 5000 millones de años y, el Universo completito (cualquiera que sea la idea de lo que los llamados científicos entienden por Universo), tendría algo así como 13.730.000.000 años. Ha transcurrido mucho, demasiado tiempo, tanto, que resulta impensable para cualquier persona concebir en su imaginación tal descomunal transcurrir.

2. El tiempo que la naturaleza se toma en erosionar una roca, en moldear una montaña o en adaptar una especie a su entorno, es mucho. Pero a las personas, con esa miopía congénita que las caracteriza, les da por decir que “no tienen tiempo”. Vaya cosa. A la naturaleza le toma miles de años perfeccionar una especie, y un mequetrefe puede decir con absoluto convencimiento, que no tiene tiempo de nada.

3. La cuestión no es dilucidar si la agitadísima vida contemporánea le ha hurtado todo su tiempo a las pobrecitas personas tan trabajadoras como hormiguitas, no; más bien consiste en preguntarse si cuando un pelmazo dice que no le alcanza el tiempo, verdaderamente está convencido en su fuero interno de su sandez. O dicha frase, ha pasado a incorporarse al florido repertorio de mentiras institucionalizadas que decimos y aceptamos todos los días.

4. Ya es una cuestión de estatus. Decir que a uno no le alcanza el tiempo, es querer dar a entender que uno es alguien importante, con grandes responsabilidades y grandes ocupaciones que atropellan cualquier otra actividad que se le quiera interponer. Asimismo están ya debidamente tipificadas, por los mismos pelmazos obviamente, todas las actividades que implican “pérdida de tiempo” y que quien se dedique a ellas, será visto, irremisiblemente, como un haragán sin remedio. Leer por ejemplo. ¿Los libros? Un objeto decadente. ¿Los lectores? Unos vagos sin oficio.

5. Entonces viene a resultar que el tiempo se pierde y se gana. “Time is money”, reza un dicho anglosajón. El tiempo que reditúa una ganancia, es tiempo bien invertido, el que no, es tiempo perdido, toda aquella actividad que no tenga como resultado algo pecuniario o que pueda implicarlo, obsoleta. Si uno dedica parte de su tiempo a alguna actividad que no vaya a tener un diplomita que pueda colgar en su pared y pueda engrosar su listado de logros en su currículum, está clara y descaradamente perdiendo su tiempo y, por ende, su vida.

6. El jefe que con cara de búho insomne nos viene a pedir que le echemos la mano porque él no tiene tiempo, está flagrantemente mintiéndonos. El ascender puestitos laborales es directamente proporcional a la multiplicación de mentiras para pretextar falta de tiempo. Cualquiera que anteponga su déficit de minutos, es un mentiroso.

7. Hay discriminación, eso sí. Cada quien elige lo que sí quiere y no quiere hacer, y cada quien discrimina sus actividades y les dará un valor o una prioridad. Dada la presión que pueda resultar de informar: “no iré al festival de mi hijo porque me muero del aburrimiento”, se descubrió que diciendo que en la oficina hay un lío enorme y no hay tiempo para salirse, la cosa queda mejor vestida y el mazacote sale bien librado y, con suerte, hasta recompensado porque pobrecito trabaja mucho así que hay que consentirlo.

8. El Tiempo, si es que existe, es otra cosa, y esperar que cualquier granuja comprenda que las estupideces que dice nada tienen que ver con nada, es pedirle peras al olmo. Hubo otros momentos en que el tiempo se midió de otro modo y, aunque resulte extraño, no era ni uniforme ni las horas eran iguales, era el tiempo solar, el tiempo “verdadero”, y bien separado del tiempo mundano que era medido por clepsidras que establecían cuánto debía durar una disputa pública. Se ve que poco a poco se fue quedando ese tiempo mundano y esa idea de fugacidad, de agua que corre (clepsidra viene del griego y significa etimológicamente “ladrón de agua”). Si a eso le sumamos las ideas del modernismo de progreso y de curso lineal de la historia ya estamos: el tiempo es una línea recta y entre menos desvíos tenga uno, mejor y más provechosa la vida. Pobres de nosotros.

9. ¿Pero el Tiempo es una línea recta? Y qué tal que en lugar de a mentir sobre el tiempo, o a hacer del tiempo dinero, nos enseñamos a aprovecharlo, ni dilapidarlo ni ahorrarlo, sino sacar el mejor provecho. ¿Y cómo saber extraer el mejor fruto de cada hora?, a eso, bien se le puede denominar arte de vivir, ¿y cómo se puede aprender ese arte?, ah, esa es tarea de cada uno. Quizás el Tiempo es circular y cíclico, como muchos han sospechado desde la antigüedad. Así que mejor me ejercito, no vaya a suceder que cuando el ciclo se repita, siga yo siendo el mismo imbécil del ciclo anterior.