domingo, octubre 11, 2009

Iowa






Un profesor de inglés que tuve en la universidad, que respondía al nombre de Kim Jurmu, fue quien me hizo notar por primera vez que los mexicanos no éramos menos prejuiciosos con los gringos que ellos con nosotros. Un buen hombre sin duda Kim, y durante el tiempo que fue mi profesor, nos unió una relación cálida y afectuosa, y le aprendí algunas lecciones interesantes, lecciones de vida más que de inglés. Fue entonces que me dio por investigar un poco más sobre la historia norteamericana y en esa indagatoria, di con la pintura de Grant Wood. Instantáneamente atrapó mi atención. Los colores, la composición, los temas, el humor y la ironía me provocaron un profundo placer. Casi simultáneamente descubrí también la pintura de Edward Hopper y gracias a la pintura de ambos, empecé a mirar de otra forma ciertas películas estadounidenses así como a ciertos directores. La fotografía, la pintura y el cine terminan interrelacionándose en algunos valiosos e interesantes momentos de la historia. Sin ir tan lejos algo así ocurre en México con José Clemente Orozco y las películas del Indio Fernández, por ejemplo (con fotografía de Gabriel Figueroa). No me voy a poner a hablar del archicomentado cuadro de Wood "American Gothic" porque ya no hay mucho que agregar a ese tema, pero sí quiero ensalzar su técnica, su paleta, su dedicación a crear un arte regionalista tomando como modelo la vida campestre de Iowa. Me llama mucho la vida campestre, no sé si como un tangible proyecto de vivir así, o como un anhelo ideal de vida sosegada. De ahí que disfrute enormemente de la poesía de Horacio laudatoria de la vida reposada, y por supuesto la Oda a la vida retirada de Fray Luis de León culminando con el Menosprecio de corte y alabanza de aldea de Fray Antonio de Guevara. Hay algo de idealizado en los paisajes campestres de Grant Wood, porque son abstracciones de la naturaleza. Él mismo declaró que eludía por completo ser "fotográfico". Es quizás por eso que mi ideal abstracto de vida campestre encuentre su enclave perfecto en la obra de Grant Wood.
No dejaré de destacar el componente de "misterio" que hay también en algunos de sus cuadros. Me gusta que haya misterio, que haya algo velado, algo que no se muestra del todo. El cuadro The midnight ride of Paul Revere es de mis predilectos en el sentido de misterio. Es casi un sueño, casi un sueño que está soñando Wood y que nosotros estamos espiando como ávidos voyeurs oníricos. La realidad es que el cuadro está basado en un evento real, y en el poema que Longfellow escribió a propósito. Se cuenta que Paul Revere estába comisionado para alertar a la gente sobre la incursión de los ingleses (esto durante las batallas de Lexington y Concord). Si la incursión era por tierra, tendría que llevar una linterna, en caso de que fuera por agua, entonces serían dos linternas. La noche del 18 de abril de 1775 irrumpen los ingleses y tiene ocasión la cabalgata nocturna de Revere, gritando (cuenta la leyenda): "The British are coming!" Pero el cuadro de Wood tiene ese dejo de sueño, de voluntad por plasmar más que un riguroso momento histórico patriota, una atmósfera, un estado mental. Muy probablemente estoy escribiendo tonterías pero de pronto sentí deseos de divagar informalmente sobre este pintor que tanto me gusta. Antes de continuar ensuciando con mis ideas la obra de este artista, mejor le voy poniendo punto final.

1 comentario: