martes, junio 14, 2011

Pretextos tiene la muerte

 

1. Se dice que los humanos llevamos unos 4 millones de años sobre el planeta. La Tierra, según otras especulaciones, llevaría unos 5000 millones de años y, el Universo completito (cualquiera que sea la idea de lo que los llamados científicos entienden por Universo), tendría algo así como 13.730.000.000 años. Ha transcurrido mucho, demasiado tiempo, tanto, que resulta impensable para cualquier persona concebir en su imaginación tal descomunal transcurrir.

2. El tiempo que la naturaleza se toma en erosionar una roca, en moldear una montaña o en adaptar una especie a su entorno, es mucho. Pero a las personas, con esa miopía congénita que las caracteriza, les da por decir que “no tienen tiempo”. Vaya cosa. A la naturaleza le toma miles de años perfeccionar una especie, y un mequetrefe puede decir con absoluto convencimiento, que no tiene tiempo de nada.

3. La cuestión no es dilucidar si la agitadísima vida contemporánea le ha hurtado todo su tiempo a las pobrecitas personas tan trabajadoras como hormiguitas, no; más bien consiste en preguntarse si cuando un pelmazo dice que no le alcanza el tiempo, verdaderamente está convencido en su fuero interno de su sandez. O dicha frase, ha pasado a incorporarse al florido repertorio de mentiras institucionalizadas que decimos y aceptamos todos los días.

4. Ya es una cuestión de estatus. Decir que a uno no le alcanza el tiempo, es querer dar a entender que uno es alguien importante, con grandes responsabilidades y grandes ocupaciones que atropellan cualquier otra actividad que se le quiera interponer. Asimismo están ya debidamente tipificadas, por los mismos pelmazos obviamente, todas las actividades que implican “pérdida de tiempo” y que quien se dedique a ellas, será visto, irremisiblemente, como un haragán sin remedio. Leer por ejemplo. ¿Los libros? Un objeto decadente. ¿Los lectores? Unos vagos sin oficio.

5. Entonces viene a resultar que el tiempo se pierde y se gana. “Time is money”, reza un dicho anglosajón. El tiempo que reditúa una ganancia, es tiempo bien invertido, el que no, es tiempo perdido, toda aquella actividad que no tenga como resultado algo pecuniario o que pueda implicarlo, obsoleta. Si uno dedica parte de su tiempo a alguna actividad que no vaya a tener un diplomita que pueda colgar en su pared y pueda engrosar su listado de logros en su currículum, está clara y descaradamente perdiendo su tiempo y, por ende, su vida.

6. El jefe que con cara de búho insomne nos viene a pedir que le echemos la mano porque él no tiene tiempo, está flagrantemente mintiéndonos. El ascender puestitos laborales es directamente proporcional a la multiplicación de mentiras para pretextar falta de tiempo. Cualquiera que anteponga su déficit de minutos, es un mentiroso.

7. Hay discriminación, eso sí. Cada quien elige lo que sí quiere y no quiere hacer, y cada quien discrimina sus actividades y les dará un valor o una prioridad. Dada la presión que pueda resultar de informar: “no iré al festival de mi hijo porque me muero del aburrimiento”, se descubrió que diciendo que en la oficina hay un lío enorme y no hay tiempo para salirse, la cosa queda mejor vestida y el mazacote sale bien librado y, con suerte, hasta recompensado porque pobrecito trabaja mucho así que hay que consentirlo.

8. El Tiempo, si es que existe, es otra cosa, y esperar que cualquier granuja comprenda que las estupideces que dice nada tienen que ver con nada, es pedirle peras al olmo. Hubo otros momentos en que el tiempo se midió de otro modo y, aunque resulte extraño, no era ni uniforme ni las horas eran iguales, era el tiempo solar, el tiempo “verdadero”, y bien separado del tiempo mundano que era medido por clepsidras que establecían cuánto debía durar una disputa pública. Se ve que poco a poco se fue quedando ese tiempo mundano y esa idea de fugacidad, de agua que corre (clepsidra viene del griego y significa etimológicamente “ladrón de agua”). Si a eso le sumamos las ideas del modernismo de progreso y de curso lineal de la historia ya estamos: el tiempo es una línea recta y entre menos desvíos tenga uno, mejor y más provechosa la vida. Pobres de nosotros.

9. ¿Pero el Tiempo es una línea recta? Y qué tal que en lugar de a mentir sobre el tiempo, o a hacer del tiempo dinero, nos enseñamos a aprovecharlo, ni dilapidarlo ni ahorrarlo, sino sacar el mejor provecho. ¿Y cómo saber extraer el mejor fruto de cada hora?, a eso, bien se le puede denominar arte de vivir, ¿y cómo se puede aprender ese arte?, ah, esa es tarea de cada uno. Quizás el Tiempo es circular y cíclico, como muchos han sospechado desde la antigüedad. Así que mejor me ejercito, no vaya a suceder que cuando el ciclo se repita, siga yo siendo el mismo imbécil del ciclo anterior.

1 comentario:

  1. Solecito musical, como parte de muchas teorías locas respecto a la vida, tengo una en la que considero que ésta está conformada por aros que representan cada uno de los ciclos de nuestra vida y que, por ende, la vida es circular.

    Yo sigo pensando que lo único que ncesitas es arriesgarte a hacer el saque con tus canicas ;

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