sábado, junio 19, 2010

Bohío


Hace muchos años en una Feria del Libro de la ciudad de México, dedicada en esa ocasión, a Cuba, me introduje en el stand de los cubanos y tan solo cruzar el umbral ya lo armaban a uno de un vaso con ron y la música sonaba a todo. Hurgué en los libros, todos impresos por el Gobierno y bajo el consentimiento de Castro, así que por obviedad no había una gran variedad. Sí pude echar mano de un tomo de cuentos, ensayos y poemas de Lezama Lima, lo cual me extrañó porque Lezama no fue nunca bien visto por Fidel. Pero también adquirí un librito escrito por un periodista que usaba el pseudónimo de H. Zumbado (asumo que es pseudónimo). Uno de sus artículos cuyo nombre no recuerdo versa sobre el “bongó positivo y el bongó negativo”. El bueno de Zumbado determina que hay dos tipos de personas en este mundanal mundo, obviamente, las personas bongó positivo y las bongó negativo. Las bongó positivo son aquellas que a la audición fortuita o deliberada de una rumba, mambo o cualquiera de las muchas formas musicales cubanas, inmediatamente busca llevar el ritmo: con los pies, golpeando la mano en la pierna, con una pluma sobre la mesa, con la cabeza, con lo que se encuentre a tiro pues. Las negativo, por obviedad, son las que se quedan incólumes ante la audición de un danzón. No se les mueve ni un pelito de la nuca. Hay algo sanguíneo en eso, habemos personas que realmente desde muy dentro de nuestro cuerpo, sentimos la introducción al flujo intravenoso de unas buenas tumbadoras, con sus respectivos bongós, del piano, las maracas, el güiro, el cencerro, del tres o tresillo, un trombón, trompeta, saxofón, contrabajo… En fin, todas esas maravillas que conforman la música cubana. Yo tuve un tío, el inefable tío Alfredo, que era un bongó positivo irredento, ese hombre sí que se buscaba cualquier objeto para poder seguir el ritmo de la canción que estába escuchando.

El bongó positivo es toda una actitud ante la vida, según éste periodista cubano. Un irle danzarín al destino o un ir bailando hacia la muerte, como se prefiera ver. En alguna entrevista le escuché decir a Severo Sarduy que el cubano tiene  una tendencia innata  a lo sonoro y a lo rítmico. Qué hermoso que toda esa cadencia y sonoridad navegaran hasta Yucatán y Veracruz y terminaran inundando todo el país germinando muchos futuros bongós positivos que ahora chancleteamos en el parquet cuando escuchamos una guaracha. Cómo pueden quedarse impávidos los bongós negativos ante una guaracha del Sexteto Borínquen, o del trío San Juan, o ayyyy, una del gran Negro Peregrino, o aventurarse unos pasitos montunos escuchando un son del trío Matamoros. Cómo no terminar envolviendo la tristeza del vivir en canto, en ese guitarreo nocturno y dulce que es el bolero.

Pobrecitos los bongós negativos, tan torpes de ritmos, tan atrofiados de sensibilidades caribeñas y tropicales, tan insípidos en el noble arte de condimentar la vida con el encanto infalible de la música.

5 comentarios:

  1. hello this is me, im in a hurry but i just want to thank you for all.
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  3. Yo afortunadamente o desafortunadamente según quien lo vea, viajo entre los dos, herencia paterna y de tu tió Pepe y resistencia personal de la música de blancos, acida, cruda con ritmo pero sin cadencia. Afortunado o desafortunado soy, porque así como me dan ganas de bailar con el Trio Matamoros y las estrellas de Fania, gozo plenamente del discreto o iracúndo headbang. Por cierto, requiero de tu autorización pa poner De un Infeliz a Otros como invitado en mi blog. Con su debido copyrigth por supuesto. Un abrazo a ritmo de son cubano y con la brutalidad del metal.

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  4. Ahhh se llamaba bongó!! No, pues no tengo nada de eso. Sí me agarra un frenesí en mis piernitas cuando escucho música que me hace bailar, cubana o no, pero depende de mi estado anímico que es casi, casi, todo el tiempo como un... tango. Imagínese. Saludos desde este pueblo tan desolado y sin bongó alguno.

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